La bebida–el agua–el líquido como primer lenguaje: LA MATRIA. MAMÍFERA.

Prímula está profundamente ligada a la madre, al agua, porque la bebida como lenguaje me lleva a conectar con ella en distintas profundidades.
La madre, además de biológica, es también nuestra capacidad de ir al encuentro con una mujer que habita en las aguas subterráneas de cada una: una madre simbólica, existente, que nos pare y acompaña en distintas ciclicidades y momentos de vida.
Ella remueve diferentes fuerzas; es una gran iniciadora, es antigua y arquetípica, nos secunda. Nos abraza y, a la vez, nos muestra los dientes. Al unísono, esa mujer también soy yo. Es mi tierra negra.
Tengo una madre (y también soy mi propia madre): una que vive en el subsuelo y me invita a bajar allí, cada tanto, buscando compostar, fecundar y transformar el sustrato vital de la vida. A ese espacio desciendo a guardianear con la bebida.

Ritopoética espirituosa
La poética del ritual, el gesto ceremonial de preparar, invocar, servir y beber.
La ofrenda, el espíritu del acto vivo de conjurar y servir la bebida; de relacionarnos con el líquido como un lenguaje primario, naciente, embrionario, elemental. Un gran custodio de los ritos de paso. 

Antropoética espirituosa
El archivo vivo que explora y hermana la memoria del agua y de la bebida; los cantos y saberes que la habitan.

Contemplación, memoria, relato, tejido simbólico.

Volver a narrar las bebidas espirituosas como sustrato vivo que relata cosmovisiones; sus gentes, prácticas féminas, territoriales y alquímic1as de conexión y resistencia.